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Durante siglos se han utilizado el ajo y la cebolla no solo como alimentos, sino como auténticos medicamentos. Son infinitas las diferentes maneras en las que tradicionalmente se han empleado ambos para mejorar diferentes problemas de salud durante más de cuatro mil años.

Entre las propiedades más destacadas, claramente establecidas por las investigaciones, destaca su efecto protector de la agregación plaquetaria, la actividad fibrinolitica, su valor anticancerígeno, su actividad antimicrobiana y sus efectos antiinflamatorios y antiasmáticos.

El aceite esencial de ajo contiene u 60% de alicina reducida: el desulfuro de alilo. Pero esta no solo desprende un fuerte olor, sino que está inactiva hasta que los dientes de ajo son machacados, y es  activada por la encima. Sin embargo cuando el ajo o la cebolla son cocinados ni pican ni desprenden un fuerte olor. Esto es así porque las enzimas son destruidas por el calor de la cocción, de forma que la licina y el factor lacrimógeno no pueden ser activados. Ello significa que las propiedades antibióticas y bactericidas del ajo y la cebolla cocinados son casi inexistentes. Si se desea utilizar el ajo y la cebolla por sus propiedades terapéuticas deben ser tomados en crudo.

El ajo y la cebolla contienen unas sustancias azufradas que son las que les otorgan ese olor característico y además multitud de propiedades beneficiosas para nuestra salud.

Entre ellas podemos encontrar que:

  • Favorecen la salud cardiovascular.
  • Mantienen una adecuada presión arterial.
  • Regulan el metabolismo del colesterol.
  • Estos alimentos tienen propiedades antioxidantes y anticancerígenas.
  • Ayudan a combatir infecciones.