La Quínoa se cultiva en la región del altiplano andino de América del Sur desde tiempos ancestrales. Los antiguos incas lo llamaron “grano madre” y la veneraron como planta sagrada.
Su cultivo es totalmente orgánico y, por lo tanto sin uso de sustancias químicas. Además para su cultivo se necesitan unas condiciones climáticas muy específicas, principalmente una altura sobre el nivel del mar de más de 3000 m lo que explica que fuera utilizada por los incas como alimento base.
Comparada con otros granos y hortalizas, su nivel de proteínas, calcio, magnesio y hierro es muy alto. Asimismo, presenta un buen balance de aminoácidos, y es excepcionalmente rica en lisina, no muy abundante en el reino vegetal. Contiene todos los aminoácidos esenciales, particularmente Arginina e Histidina que son muy importantes en la alimentación infantil.
Este diminuto grano contiene también ácidos grasos esenciales para nuestra dieta. En la composición de los lípidos dominan los ácidos grasos insaturados y destaca su alto contenido en ácido linoleico y oleico. El rendimiento del aceite extraído de la quínoa es el de mayor calidad de todos los cereales.