Son muchas las personas que por necesidad o por motivación deciden comenzar a hacer ejercicio físico; lo primero es aplaudir tal decisión.
Mejorar su estado físico es bueno para el corazón, los pulmones, los huesos, los músculos y las articulaciones. Y reduce su riesgo de caídas, ataque al corazón, diabetes, presión arterial alta y algunos tipos de cáncer. Si ya tiene uno o más de estos problemas, mejorar su estado físico podría ayudarlo a controlar otros problemas de salud y a hacer que se sienta mejor.
- Es imprescindible que recurras a tu centro médico de confianza para valorar el estado de tu salud en general. Esto al margen de que en la actualidad te sientas sano y que no estés bajo tratamiento de una condición subyacente.
- Ser consciente de cuáles han sido tus motivos: Tener siempre presente el motivo por el cual hemos decidido dar este importante paso, y analizar los resultados, es imprescindible para no perder la motivación.
- Elegir una disciplina deportiva: Debemos ser conscientes de nuestra capacidad en el momento de comenzar, y elegir una actividad que nos permita avanzar con garantías de salud.
- Fijarte un objetivo y un tiempo para conseguirlo. Objetivo y tiempo, dos aspectos claves para saber dosificar tu entrenamiento.
- Tener un plan de entrenamientos: Debemos consultar con un profesional y comunicarle nuestra decisión y objetivo.
- Ser constante y disciplinado: Todos los comienzos llevan implícito una dosis de dificultad, pero esto es lo que te debe llevar a la motivación en lugar del desaliento, la disciplina es más poderosa que el talento.
- El tiempo que duraran los entrenos te los fijara el preparador físico, (al principio bastara con 30 minutos), luego se irá incrementando volumen e intensidad a medidas que vayamos avanzando.
- Si al final has conseguido tu objetivo y te sientes bien conviértelo en una rutina más en tu vida.